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TEORÍAS DEL ORIGEN DEL ESTADO

 

 

En el presente artículo vamos a hacer un repaso general de las principales teorías que existen acerca del origen del Estado, para lo que las hemos agrupado en diferentes categorías que exponemos a continuación.

 

Introducción

 

En primer lugar hay que decir que existen dos grandes grupos de teorías de la formación del Estado que se diferencian en función del campo de estudio en el que se centran. Por un lado están aquellas teorías que abordan la temprana transición de comunidades tribales a organizaciones políticas más grandes. Los estudios de este tipo son relativamente frecuentes en antropología al estudiar el desarrollo inicial de estructuras administrativas básicas en áreas en las que los Estados surgieron en el contexto de sociedades sin Estado.[1] A pesar de que al menos hasta la década de 1980 el estudio de la formación del Estado constituyó parte de la agenda de investigación de la antropología y de la arqueología, en la actualidad el centro de atención es otro, de tal manera que los esfuerzos de estas disciplinas se han dirigido sobre todo a dilucidar el modo en el que operaron estos Estados y no tanto a esclarecer por qué se formaron.[2] Como consecuencia de esto las investigaciones de este tipo se centran en dos tipologías: los Estados primarios y los Estados primitivos. En cambio, el otro grupo de teorías se ha desarrollado en torno a los estudios de ciencia política y sociología que se han centrado en la formación del Estado moderno.

En cuanto a las investigaciones de los Estados primarios cabe decir que centran su atención en aquellos casos en los que los Estados se desarrollaron en un contexto en el que no hubo un desarrollo previo del Estado en el área ni tampoco un contacto con otros Estados. Se trata de situaciones en los que los Estados surgieron por primera vez en tal medio social.[3] El número exacto de casos clasificables como primarios es bastante discutible debido a la limitada información disponible en la mayoría de lugares acerca de la organización política previa a la aparición de la escritura.[4] En la lista de zonas en las que tuvo lugar un desarrollo estatal independiente suele identificarse una amplia región conectada entre sí que incluiría el valle del Nilo, Asia occidental y del Sur, el Norte de África y Europa, Mesoamérica, Perú, África occidental, África oriental y Polinesia.[5] Por su parte, las investigaciones de los Estados primitivos se centran en el estudio de los casos en los que el Estado se forma e institucionaliza en un contexto en el que no existía previamente como organización política. De este modo la gran diferencia con los Estados primarios es que los primitivos no se crearon y evolucionaron de manera autónoma. Entre los ejemplos de Estados primitivos que interactuaron con otros Estados suelen destacarse los de las civilizaciones griegas de la Edad de Bronce en la zona del Egeo, y la civilización malgache. A diferencia de los Estados primarios las teorías que se han desarrollado en torno a los Estados primitivos establecen las causas de su formación en la imposición, en préstamos culturales y otras formas de interacción con otros Estados preexistentes.

Dentro de estos dos grupos de investigaciones se han desarrollado diferentes teorías acerca del origen del Estado, con lo que existen distintos modelos explicativos que en cada caso hacen que diferentes factores jueguen un papel decisivo. De entrada ya nos encontramos con una primera dificultad a la hora de establecer una clasificación de estas teorías, pues cada autor ha elaborado la suya propia. A grandes rasgos pueden diferenciarse las teorías de la formación voluntaria y las teorías del conflicto.

 

Teorías de la formación voluntaria del Estado

 

Las teorías de la formación voluntaria sostienen que el origen del Estado se encuentra en el momento en el que diferentes personas se juntaron para organizar el Estado como resultado de cierto interés racional. Este tipo de teorías dirigen su atención hacia el desarrollo de la agricultura, así como a la presión demográfica y organizativa subsiguiente al ser considerados los factores decisivos que se encuentran en el origen del Estado. Como consecuencia de estas presiones se generan unas tensiones que motivan a la gente racional a unirse e institucionalizar el Estado.[6] Estas teorías voluntarias están vinculadas a la corriente filosófica del contrato social, las cuales plantean que a partir de un momento determinado de la historia ciertos pueblos de manera espontánea, racional y voluntaria abandonaron su soberanía y se unieron a otras comunidades para formar una unidad política más amplia que fue el Estado. En la actualidad es del todo sabido que un pacto de esas características nunca fue suscrito, y que la teoría del contrato social no es nada más que una curiosidad histórica.

Entre las teorías voluntarias está la del excedente automático según la cual el Estado surgió de un modo casi automático prácticamente desde el momento en el que se inventó la agricultura. Esta teoría se basa en que la agricultura dio lugar a un excedente de comida que permitió que ciertos individuos pudiesen divorciarse del proceso de producción de alimentos, lo que desembocó en la aparición de alfareros, albañiles, herreros, sacerdotes, políticos, etc., y con ello en una división extensiva del trabajo. Al margen de esta especialización ocupacional se desarrolló un proceso de integración política que unió bajo un mismo Estado a un número de comunidades que previamente habían sido independientes. Esta teoría es la sostenida sobre todo por Gordon Childe,[7] pero que en la práctica se ha demostrado que no es cierta debido sobre todo a que la agricultura no produce necesariamente de forma automática un excedente, tal y como puede comprobarse en los casos de diferentes pueblos amazónicos.

Otra teoría significativa es la hipótesis hidráulica. Esta teoría sostiene que el Estado surgió como consecuencia de la necesidad de construir y mantener proyectos de irrigación artificial a gran escala. La idea fundamental de esta teoría parte de que el Estado surgió por primera vez cuando en las regiones áridas, y a causa de la presión demográfica, varias aldeas autónomas, al reconocer que estarían mejor si pudieran unir sus diferentes sistemas locales de irrigación, decidieron en una especie de contrato social renunciar a su autonomía individual y formar una gran unidad política. Esta unidad política, que pasó a ser el Estado, se formó a través de la creación de un cuerpo de funcionarios que se estableció para idear y administrar los trabajos de irrigación a gran escala.[8] Sin embargo, la historia muestra que la realidad no es tan simple y que las evidencias arqueológicas de Mesopotamia y China demuestran que los sistemas de irrigación a gran escala no antecedieron al Estado sino que lo siguieron.[9]

Una teoría que también ha llegado a ser catalogada como voluntarista, y que también es calificada como neoevolucionista, es la desarrollada por Elman Service y que él mismo denominó como “integrativa”.[10] Así, Service rechaza el conflicto tanto dentro como entre sociedades para explicar el surgimiento del Estado. La maquinaria estatal, en cambio, surge como un instrumento dirigido a integrar los diferentes elementos constitutivos de la sociedad. Esto le llevó a sostener que la estratificación social fue en gran parte una consecuencia de la creación del Estado, en vez de que este fuera creado para defender tal estratificación, lo que contrasta claramente con lo sostenido por las teorías de la estratificación económica. De esta forma el Estado, al menos al principio, desempeñó un papel benéfico y no explotador. En esencia Service se limita a reestructurar el sistema ideado por Morgan, con lo que el desarrollo de la burocracia obedece al sostenimiento de las estructuras de liderazgo tribales, utilizando la jerarquía religiosa y la estratificación económica como medios para incrementar más su poder.[11] También dentro del neoevolucionismo se encuentran autores como Gregory Johnson que se basa en el intercambio comercial como fundamento de la aparición del Estado. Además de esto Johnson incluye factores como la presión de la población y la irrigación como posibles agentes en la formación del Estado en el cercano Oriente, aunque estos factores no pudieron haber producido por sí solos el Estado.[12] En cualquier caso Johnson no demuestra cómo el intercambio pudo hacer que las aldeas autónomas cediesen su soberanía, ni tampoco muestra una reconstrucción detallada de cómo las aldeas llegaron a convertirse en Estado.

 

Teorías del conflicto

 

Las teorías del conflicto, en cambio, se basan en los conflictos y en la dominación de una población sobre otra para explicar las claves del origen del Estado. En contraposición con el modelo voluntarista las poblaciones no se ponen de acuerdo para crear un Estado, sino que por el contrario el Estado es instituido mediante alguna forma de dominación de un grupo humano sobre otro u otros. Las hipótesis que se han generado sobre la base del conflicto, la dominación o la opresión como procesos que se encuentran en el origen del Estado, o en su caso como mecanismos necesarios dentro de unas condiciones determinadas, son relativamente variadas. En líneas generales puede decirse que todas ellas tienen en común el papel desempeñado por la coerción como elemento integrador de las poblaciones bajo el dominio de una misma autoridad central.

Entre las teorías del conflicto pueden incluirse algunas corrientes del neoevolucionismo que no sólo asumen el papel decisivo desempeñado por la burocracia en el sostenimiento de las estructuras de liderazgo tribal, sino que también incluyen la guerra como un elemento determinante en la creación del Estado al permitir a los líderes distribuir beneficios de tal manera que sirvan a sus propios intereses. La guerra no constituye un factor autónomo sino que más bien es una constante que retroalimentaría el sistema. A esto se suman las aportaciones de otros autores que afirman que los entornos conflictivos y competitivos producen la experimentación política que conduce al desarrollo del Estado. Este tipo de teorías se oponen a los modelos que basan el origen del Estado en el azar o la improvisión, pues establecen como causa central de la organización estatal la experimentación como un proceso dirigido conscientemente en el que los líderes tribales aprenden de las formas organizativas del pasado y de las consecuencias que provocaron.[13]

Otro grupo de teorías que pueden agruparse dentro de las teorías del conflicto son las de estratificación económica. Friedrich Engels es sin lugar a dudas el autor más destacable dentro de esta corriente quien desarrolló su modelo explicativo a partir de la obra de Lewis Henry Morgan,[14] así como de los bosquejos realizados por Marx en sus teorías sobre los modelos de producción asiáticos. Según Engels, al igual que Marx, el origen del Estado se encuentra dentro de las sociedades fruto del conflicto desarrollado entre las diferentes clases. Así, las clases sociales preexisten al Estado cuyo origen se encuentra en los antagonismos de clase al haber surgido como un poder para impedir la destrucción de la sociedad y, por tanto, para mantener el orden.[15] El planteamiento de Engels parte de la premisa de que el Estado fue creado como resultado de la necesidad de proteger la propiedad privada, pues el excedente creado por la intensificación agrícola provocó la división y especialización de la fuerza laboral cuya consecuencia inmediata fue la segmentación de la sociedad en unas clases que trabajaban la tierra, y otras que dedicaban su tiempo a distintas tareas. Fruto de la rivalidad entre clases y la necesidad de garantizar la propiedad privada de aquellos que vivían de los excedentes producidos por los agricultores es como surgió el Estado.[16]

En la misma línea de la teoría marxista del Estado se encuentra la opinión de Morton Fried, quien sostuvo que la estratificación social fue la dinámica primaria subyacente al desarrollo estatal. Para Fried el origen remoto del Estado estaba en la aparición de un acceso diferencial a los recursos de la naturaleza en el contexto de una sociedad igualitaria donde todos tenían derecho a todo. A partir de esta desigualdad surgen inicialmente los rangos sociales y más adelante las clases sociales. Al igual que la teoría marxista el Estado surgió fruto de la necesidad de mantener el orden en una sociedad marcada por los conflictos internos entre clases.[17] Las principales dificultades explicativas que le han sido atribuidas a la teoría de Fried son, por un lado, el no explicar cómo comenzó la desigualdad de acceso a los recursos de la naturaleza, y por otro el no señalar ninguna sociedad que represente la etapa intermedia entre las aldeas igualitarias por un lado, y el Estado con clases sociales por otro. Fried no encuentra ninguna sociedad con clases sociales pero sin Estado. Asimismo, hay que añadir que Fried ignora el papel desempeñado por la guerra como fuerza motriz impulsora de la creación y posterior desarrollo del Estado, pues únicamente reconoce su importancia después del surgimiento del Estado. Tal y como lo muestran las diferentes evidencias históricas y arqueológicas la guerra también fue frecuente antes de la existencia del Estado, al mismo tiempo que tuvo unas importantes consecuencias.

En otro lugar no menos importante están presentes las teorías de la conquista que afirman que el origen del Estado se encuentra en la conquista guerrera llevada a cabo por un grupo social, sea tribu o ciudad, sobre otra población a la que somete por medio de la fuerza armada. Este modelo explicativo tiene sus raíces más remotas en el propio Heráclito quien afirmó que la guerra es el padre de todas las cosas.[18] Pero también se encuentran importantes antecedentes de esta teoría en las obras de Ibn Jaldún y Jean Bodin. Sin embargo, ya en tiempos modernos el primer estudio sistemático sobre la importancia de la guerra en la formación del Estado fue el desarrollado por Herbert Spencer.[19] Más adelante fue el politólogo Ludwig Gumplowicz quien hizo una aportación significativa a este tipo de teoría al afirmar que la civilización ha sido moldeada a través del conflicto entre culturas y grupos étnicos. De esta forma las sociedades humanas complejas son el resultado de la evolución que han sufrido a través de la guerra y la conquista. En este contexto de conflicto entre sociedades y grupos étnicos es en el que determinados grupos vencedores crean Estados para organizar su dominación sobre otras poblaciones.[20] Irving Horowitz afirmó que Gumplowicz entendía el conflicto en todas sus formas, como conflicto de clase, conflicto racial y conflicto étnico, lo que le convirtió en el padre de la teoría del conflicto.[21]

En una línea muy similar a la representada por el pensamiento de Gumplowicz están otros autores como Gustav Ratzenhofer quien concebía la sociedad como un universo de grupos étnicos en conflicto. Aunque Ratzenhofer asumió un planteamiento evolucionista en lo que al desarrollo social se refiere, no dudó en combinar dicho modelo con el papel desempeñado por el conflicto y la subyugación ejercida por ciertos grupos, todo lo cual permitió abandonar la sociedad primitiva marcada por la ley de la hostilidad absoluta. Para Ratzenhofer el interés, la envidia y el gusto por la sangre han dominado desde tiempos inmemoriales los acontecimientos sociales. El Estado desempeña un papel pacificador al reconciliar los diferentes intereses, lo que genera una cultura de Estado que finalmente conduce a la civilización.[22]

Junto a Ratzenhofer y Gumplowicz también hay que destacar al estadounidense Lester Frank Ward quien desarrolló, de manera independiente, una teoría similar a la de estos autores. Así, Ward no dudó en afirmar que a través de la historia de la humanidad el conflicto y la guerra han sido la principal fuerza para el progreso humano. A través del conflicto los homínidos no sólo lograron dominar a los animales sino que también permitió al homo sapiens destruir a otras especies de homínidos menos avanzadas. Por medio de la guerra las razas y naciones tecnológicamente más avanzadas expandieron sus territorios y la civilización. Para Ward la guerra es un proceso evolutivo natural y como tal es caprichosa, lenta, en ocasiones inefectiva, e indiferente hacia el sufrimiento infligido en las criaturas vivas. Ward proponía, sobre la base de su creencia de que lo artificial es superior a lo natural, reemplazar la guerra por un sistema que retuviese los elementos progresivos generados por esta pero que al mismo tiempo desechase sus principales desventajas.[23] Ward creía que era posible construir y reformar las estructuras sociales para lo que el Estado tenía un potencial benéfico al tener la capacidad de mejorar la sociedad, lo que unido con sus inclinaciones políticas le convirtió en uno de los principales ideólogos del Estado de bienestar en EEUU.[24]

Irving Horowitz es igualmente deudor del pensamiento de Gumplowicz debido a que sus estudios sociológicos se desarrollaron en torno al alcance de la libertad personal en la sociedad y de la violencia sancionada por el Estado. Una de sus principales conclusiones fue que los estándares de vida de cualquier nación o sistema social han sido construidos a partir del asesinato, mutilación, daño y encarcelamiento de una cierta cantidad de personas, así como sobre la base de la privación de las libertades civiles básicas. Todo esto condujo a Horowitz a escribir ampliamente sobre el genocidio, el terror infligido por el Estado y en general la relación existente entre el poder estatal y los asesinatos masivos.[25] De aquí se deriva la importancia dada por Horowitz a la violencia del Estado y al control de esta institución por parte de una minoría para eliminar y someter a otros grupos étnicos.

Sin embargo, quien probablemente contribuyó de manera significativa a sistematizar la teoría de la conquista como explicación válida del nacimiento del Estado fue Franz Oppenheimer. Lo más significativo es que la obra de Oppenheimer constituye la respuesta más implacable a la teoría del contrato social. Así, el Estado surge como consecuencia de la guerra y la conquista que, a su vez, genera el establecimiento de diferentes clases sociales entre los vencedores dominantes y los conquistados. Esto, a su vez, da lugar a la aparición de un sistema político que consolida el poder de los conquistadores y que al mismo tiempo perpetúa y regula las divisiones de clase. Oppenheimer resulta bastante tajante a la hora de referirse al origen del Estado: “El Estado, totalmente en su génesis, esencialmente y casi totalmente durante las primeras etapas de su existencia, es una institución social, forzada por un grupo victorioso de hombres sobre un grupo derrotado, con el único propósito de regular el dominio del grupo de los vencedores sobre el de los vencidos, y de resguardarse contra la rebelión interior y el ataque desde el exterior. Teleológicamente, esta dominación no tenía otro propósito que la explotación económica de los vencidos por parte de los vencedores. Ningún Estado primitivo conocido en la historia se originó de otra manera”.[26]

Para Oppenheimer el nacimiento del Estado se encuentra en la combinación de la capacidad productiva de asentamientos de agricultores con la energía de los pueblos nómadas cuando estos últimos conquistan a los primeros. De esta manera diferentes grupos étnicos dominadores se superponen a otras poblaciones que previamente han sido vencidas y sometidas por medio de la guerra, de forma que el Estado como organización central es la estructura de la que los vencedores se valen con el propósito de administrar su dominación. De todo esto se deriva la división del trabajo que es forzada, tal y como apuntó en su momento el propio Gumplowicz, que genera la división de la sociedad en diferentes clases sociales. La teoría de la conquista, entonces, no sólo desmiente la teoría del contrato social, sino que también cuestiona las teorías de la estratificación social al afirmar que la aparición de las clases sociales es provocada por el propio Estado. Por tanto, de la conquista guerrera surge el Estado que normaliza la principal división de la sociedad entre gobernantes y gobernados y de la que depende la existencia de clases sociales. Pierre Clastres lo sintetizó del modo siguiente: “La mayor división de la sociedad, la que fundamenta todas las demás, incluida sin duda la división del trabajo, es la nueva disposición vertical entre la base y la cúspide, es la gran ruptura política entre detentadores de la fuerza, sea ésta guerrera o religiosa, y sometidos a esta fuerza. La relación política de poder precede y fundamenta la relación económica de explotación. Antes de que sea económica, la alienación es política, el poder es anterior al trabajo, lo económico es una derivación de lo político, el surgimiento del Estado determina la aparición de las clases”.[27]

No cabe duda de que, dadas las evidencias históricas y arqueológicas, la guerra desempeñó un papel clave en la aparición del Estado. La guerra se encuentra en las fases iniciales de la formación del Estado en lugares como Mesopotamia, Egipto, India, China, Japón, Grecia, Roma, el Norte de Europa, Polinesia, América central, Perú y Colombia, sólo por nombrar únicamente los ejemplos más representativos. Mismamente en África central todos los Estados que allí surgieron lo hicieron uno tras otro a través de la guerra.[28] Pero las principales críticas a la teoría de la conquista propuesta por Oppenheimer se basan en que no tiene en cuenta el caso de los Estados que surgieron entre los aborígenes americanos, donde el nomadismo pastoril era del todo desconocido. Además de esto hay que añadir que el papel de la guerra entre las tribus americanas, sobre todo en la región amazónica, sirvió para desarrollar determinadas fuerzas centrífugas que evitaban la formación de una autoridad central por encima de ellas, y con ello la aparición del Estado.[29]

Otro importante exponente de la teoría de la conquista es Gastón Leval quien desarrolló a lo largo de su obra diferentes análisis acerca de la naturaleza del Estado y su formación. La obra de este autor parte del análisis de diferentes casos históricos para identificar los patrones comunes con los que identificar las causas que se encuentran en el origen del Estado. Leval desarrolló sus investigaciones con el propósito de refutar la teoría marxista del origen del Estado. Leval destaca la naturaleza eminentemente política del Estado que nace de la voluntad de poder de una minoría. El Estado nace de las guerras de conquista en las que minorías organizadas se apoderan de territorios y poblaciones sobre las que establecen una autoridad política central con la que administran su dominación al establecer tributos, leyes, conscripciones, etc. “La conquista guerrera, militar, es fuente de autoridad. Vemos a los conquistadores movidos por el espíritu de aventura partir en hordas más o menos bien organizadas, imponerse al paso sobre las poblaciones vencidas y crear Estados más o menos estabilizados, más o menos inorgánicos, según las circunstancias o la capacidad organizadora de los jefes militares |…| El Estado nace de la organización político-militar que establece un aparato administrativo cuyo fin es, ante todo, el de existir a expensas de la población sometida”.[30]

Para Leval lo fundamental son los conflictos y las guerras emprendidas por determinados grupos dominadores que persiguen aumentar su poder. Se trata de guerras internacionales pero también de guerras internas que se desarrollan en el seno de las elites de un mismo país. Para esto Leval analiza una gran cantidad de casos en diferentes lugares y épocas que le llevan a constatar la primacía del principio político-militar sobre el hecho económico, de manera que el poder político no sólo precede sino que origina al poder económico. La fuerza militar es el factor principal que explica la creación de una autoridad central y de una burocracia que administra la dominación del grupo guerrero vencedor sobre la población vencida y sometida.

 

Teoría de la circunscripción

 

Por último se encuentra la teoría de la circunscripción desarrollada por Robert Carneiro, que aspiraba a proporcionar mayores matices en la comprensión de la formación del Estado al tener en cuenta que muchos de los factores clásicos no tienen por qué producir necesariamente Estados. Para Carneiro la guerra y la presión demográfica fueron mecanismos formativos del Estado únicamente allí donde se dieron unas condiciones geográficas favorables, de tal forma que sólo operaron con éxito en regiones geográficas circunscritas o separadas de las áreas circundantes. Las barreras geográficas, y en ocasiones las humanas provocadas por atacantes nómadas o sociedades rivales, limitaron la capacidad de las poblaciones para sortear sus deficiencias productivas y el resultado fue que la guerra derivó en la creación del Estado. Por el contrario, en aquellas situaciones en las que existía tierra de cultivo ilimitada las presiones bélicas empujaron a la población a emigrar a otras regiones con lo que no se producía el estímulo necesario para la creación del Estado.

La teoría de la circunscripción plantea que en aquellas regiones geográficas en las que el terreno laborable era restringido y estaba limitado por montañas, desiertos o mares, la guerra contribuyó de forma decisiva a la creación de Estados. Carneiro se refiere a casos como el valle del Nilo, el del Tigris-Éufrates, el Indo y el Hwang, y en el continente americano los valles de México y Oaxaca, además de los valles costeros y montañosos del Perú que son catalogados como áreas de circunscripción geográfica. En estas regiones no era posible que se diera el proceso de “lucha y fuga” en el que las poblaciones derrotadas militarmente huían a otras zonas más o menos distantes y seguras donde asentarse, sino que por el contrario la falta de tierras laborables debido a las barreras geográficas hacía que las aldeas derrotadas terminaran sometidas por otras poblaciones al ser integradas en sus respectivas unidades políticas. A todo esto contribuyó, según Carneiro, la presión demográfica que exigía la apropiación de nuevas tierras y que, por tanto, estimulaba la guerra y la formación del Estado.[31]

Pero la teoría de Carneiro tampoco ha escapado a la crítica que ha centrado su atención en aquellos casos que desmienten la validez de los planteamientos propuestos por este antropólogo. Según los principales críticos existen casos en los que entornos geográficamente circunscritos y culturas violentas fracasaron a la hora de desarrollar Estados. Este podría ser el caso de los valles interiores de Papua Nueva Guinea, o las costas del Pacífico noroeste en América del Norte. Además de esto habría que añadir todos aquellos casos en los que se formaron Estados sin obedecer a las condiciones planteadas por el propio Carneiro en su teoría. Estos podrían ser los Estados primitivos que aparecieron en África oriental, Sri Lanka y Polinesia.[32]

Notas:

[1] Spruyt, Hendrik, “The Origins, Development, and Possible Decline of the Modern State” en Annual Review of Political Science Vol. 5, junio 2002, pp. 127-149

[2] Marcus, Joyce y Gary M. Feinman, “Introduction” en Feinman, Gary M. y Joyce Marcus (eds.), Archaic States, Santa Fe, School of American Research Press, 2005, pp. 3-13

[3] Spencer, Charles R. y Elsa M. Redmond, “Primary State Formation in Mesoamerica” en Annual Review of Anthropology Vol. 33, octubre 2004, pp. 173–199

[4] Wright, Henry T., “Recent Research on the Origin of the State” en Annual Review of Anthropology Vol. 6, 1977, pp. 379–397

[5] Cohen, Ronald, “State Origins: A Reappraisal” en Claessen, Henri J. M. y Peter Skalnik (eds.), The Early State, Nueva York, Mouton Publishers, 1978, pp. 31–75

[6] Service, Elman R., “Classical and Modern Theories on the Origins of Government” en Cohen, Ronald y Elman R. Service, Origins of the State: The Anthropology of Political Evolution, Filadelfia, ISHI, 1978, pp. 21–34

[7] Childe, Vere Gordon, Man Makes Himself, Londres, Watts & Co., 1936

[8] Wittfogel, Karl A., Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totalitario, Madrid, Guadarrama, 1966

[9] Adams, Robert McC. y Carl H. Kraeling (eds.), City Invincible, Chicago, University of Chicago Press, 1960, p. 281. Gernet, Jacques, Ancient China, from the Beginnings to the Empire, Londres, Faber & Faber, 1968, p. 42

[10] Service, Elman R., Los orígenes del Estado y de la civilización. El proceso de evolución cultural, Madrid, Alianza, 1984

[11] Haas, Jonathan, The Evolution of the Prehistoric State, Nueva York, Columbia University Press, 1982, p. 73

[12] Johnson, Gregory A., Local Exchange and Early State Development in Southwestern Iran, Ann Arbor, University of Michigan, 1973

[13] Wright, Henry T., “Early State Dynamics as Political Experiment” en Journal of Anthropological Research Vol. 62, Nº 3, otoño 2006, pp. 305–319

[14] Morgan, Lewis H., La sociedad primitiva, Madrid, Ayuso, 1975

[15] Engels, Federico, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Madrid, Fundamentos, 1970

[16] Claessen, Henri J. M. y Peter Skalnik, “The Early State: Theories and Hypotheses” en Claessen, Henri J. M. y Peter Skalnik (eds.), The Early State, Nueva York, Mouton Publishers, 1978, p. 7 (3-29)

[17] Fried, Morton H., The Evolution of Political Society, Nueva York, Random House, 1967

[18] Parménides y Heráclito, Fragmentos, Barcelona, Folio, 2002, p. 220

[19] Spencer, Herbert, Principles of Sociology, Hamden, Archon Boosk, 1969

[20] Gumplowicz, Ludwig, Der Rassenkampf: Sociologische Untersuchungen, Innsbruck, Wagner, 1883

[21] Horowitz, Irving L., Communicating Ideas: The Politics of Scholarly Publishing, New Brunswick, Transaction Publishers, 1991, p. 281

[22] Ratzenhofer, Gustav, Wesen und Zweck der Politik, Leipzig, Brockhaus, 1893

[23] Ward, Lester F., Pure Sociology: A Treatise on the Origin and Spontaneous Development of Society, Nueva York, Macmillan Co., 1909

[24] Commanger, Henry S. y Lester F. Ward, Lester Ward and the Welfare State, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1967

[25] Horowitz, Irving L., Taking lives: Genocide and state power, New Brunswick, Transaction Books, 1980. Ídem, Genocide: State power & mass murder, New Brunswick, Transaction Books, 1976. Ídem, “Genocide and the reconstruction of social theory: Observations on the exclusivity of collective death” en Armenian Review Vol. 37,  Nº 1, primavera 1984, pp. 1-21. Ídem, “Counting Bodies. The Dismal Science of Authorized Terror” en Patterns of Prejudice Vol. 23, Nº 2, 1999, pp. 4-16

[26] Oppenheimer, Franz, The State, Montreal, Black Rose Books, 2007, p. 8

[27] Clastres, Pierre, La sociedad contra el Estado, Barcelona, Monte Avila Editores, 1978, p. 173

[28] Vansina, Jan, Kingdoms of the Savanna, Madison, University of Wisconsin Press, 1966

[29] Clastres, Pierre, Arqueología de la violencia. La guerra en las sociedades primitivas, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009

[30] Leval, Gastón, El Estado en la historia, Cali, Otra Vuelta de Tuerca, 1978, pp. 92-93

[31] Carneiro, Robert L., A Theory of the Origin of the State, Menlo Park, Institute for Humane Studies, 1977. Ídem, “Reflexiones sobre el origen del Estado” en Ágora: Papeles de Filosofía Vol. 5, Nº 1, 1985, pp. 5-20

[32] Claessen, Henri J. M., Structural change: evolution and evolutionism in cultural anthropology, Leiden, CNWS, 2000