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¿QUÉ ES UN SISTEMA POLÍTICO?

 

 

Existen diferentes maneras de entender lo que es un sistema político, y a continuación nos vamos a encargar de hacer un repaso general de los principales enfoques para, de esta manera, llegar a una definición que ayude a clarificar el significado de este concepto tan utilizado en la ciencia política.

 

Introducción

 

En primer lugar hay que apuntar que el concepto de sistema político tiene su origen en la teoría general de sistemas, que fue elaborada como modelo explicativo de los sistemas para todos los campos de investigación. Se trata de un enfoque transdisciplinar que plantea el estudio de la realidad como una compleja red de elementos interrelacionados que conforman un sistema más amplio. Los antecedentes de este enfoque se ubican en diferentes áreas del saber, y sus principales precursores son autores como Durkheim, Spencer y Saint-Simon entre otros. Sin embargo, fue la obra de Ludwig von Bertalanffy la que formuló una teoría general de sistemas propiamente dicha.[1]

La llamada teoría de sistemas ha resultado ser un campo fértil para el desarrollo intelectual de diferentes perspectivas que centran su atención en el análisis de la complejidad, la autorregulación de los sistemas, la retroalimentación, etc. De este modo, a lo largo del s. XX esta corriente teórica produjo diferentes paradigmas de estudio como la cibernética, la teoría del caos, la teoría de las catástrofes, la teoría de la complejidad, la dinámica de sistemas, etc.

Debido a que sería muy prolijo explicar las aportaciones de los principales autores de estas corrientes teóricas, vamos a encargarnos de abordar únicamente lo dicho por quienes introdujeron el concepto de sistema en las ciencias sociales. Así, nos vemos obligados a mencionar en primer lugar a Talcott Parsons quien desde el funcionalismo fue el primero en utilizar este concepto en el ámbito de las ciencias sociales, y más concretamente en la sociología.[2] En este caso la idea general de sistema gira en torno a la existencia de una estructura social en la que los individuos ocupan diferentes posiciones, y que cada una de esas posiciones desempeña una determinada función. Esto hace que la conducta de las personas esté orientada por las estructuras que organizan la vida social a través de distintas funciones articuladas a través de una jerarquía. La imagen general es la de un sistema social autorregulado, armónico, que resalta la existencia de interrelaciones complejas entre sus diferentes elementos constitutivos (normas, valores, instituciones, costumbres, etc.) pero sobre una base funcional y no conflictiva.

 

Conceptualizaciones del sistema político en ciencia política

 

Sin embargo, en la ciencia política este mismo concepto funcionalista que apareció en la sociología fue adaptado y aplicado por David Easton con el propósito de describir las regularidades de los patrones y procesos que rigen en la vida política.[3]

En el modelo de Easton la estructura de la política es concebida como un sistema, entendido este como una organización compleja que recoge y transmite información, que genera actividades y controla los resultados. El sistema cuenta con un grado de autonomía pero al mismo tiempo está vinculado a un entorno del que recibe informaciones y sobre el que también actúa. Este modelo cibernético centra su atención en el gobierno de la sociedad y en el modo en el que se hace frente a los riesgos que plantean sus diferencias internas. Esto ha llevado a que se haya establecido una analogía entre este modelo sistémico de funcionamiento de una sociedad y el sistema de climatización de una habitación.

El modelo desarrollado por Easton suele ser comparado con un sistema de climatización recibe información de la temperatura ambiente registrada que procesa para comprobar si se ajusta a unos valores previamente determinados, que sería la temperatura deseable. En caso de desajuste emite las instrucciones pertinentes para activar el calefactor o el refrigerador para modificar la temperatura existente aumentándola o disminuyéndola. Después de esto comprueba nuevamente la temperatura ambiente y en caso necesario emite nuevas instrucciones. Y así sucesivamente.

Así, un sistema político funciona de un modo semejante a un sistema de climatización. Tal y como lo expuso Easton, el sistema recibe de su entorno social, tanto a nivel interno de su propia sociedad como a nivel externo en el escenario internacional, distintos mensajes (demandas, reivindicaciones, noticias, etc.) con los que registra la “temperatura” del ambiente, procesa esta información y la contrasta con los valores y las ideologías dominantes en la sociedad, es decir, con la disposición de aquella sociedad a alterar o a mantener la situación detectada. Además de esto, emite una orden de intervención en forma de política pública con la que incidir sobre la realidad. Como consecuencia del impacto generado sobre el entorno por esta política se producen a su vez nuevas informaciones que retroalimentan nuevamente la acción del sistema.

Sin embargo, lo hasta ahora explicado únicamente constituye una conceptualización general del sistema político, y más específicamente de su funcionamiento interno a la hora de explicar el cambio político y social. Por esta razón el modelo cibernético de Easton en sí mismo constituye una abstracción y no una definición sustantiva de lo que es un sistema político. Esto es lo que hace necesario presentar la definición que el propio Easton hizo del sistema político, del cual dijo que “|…| es un conjunto de interacciones políticas. Lo que distingue las interacciones políticas del resto de interacciones sociales es que se orientan hacia la asignación autoritaria de valores a una sociedad”.[4]

El modelo de Easton ha resultado de gran interés para la ciencia política al reflejar el carácter complejo de los elementos constitutivos del sistema, sobre todo en la medida en que tanto grupos e individuos interactúan de una forma muy intensa en función de ciertas pautas de comportamiento. Esto hace que la definición aportada por este autor se base en la premisa de que las interacciones políticas, para ser tales, necesariamente deben basarse en un principio autoritario de asignación de valores.

Sin embargo, este modelo explicativo es deudor del contexto histórico, social y político en el que fue formulado, que no es otro que el de los EEUU de los años 50 del s. XX en el que su sociedad industrial estaba en plena expansión. Esta situación requería la adaptación del sistema político a todas las transformaciones que tenían lugar en aquel momento, para lo que el funcionalismo constituyó la principal respuesta en el terreno político, intelectual y académico. Esto explica el carácter políticamente conservador del modelo al privilegiar una noción estática de la política como consecuencia de concebirla únicamente como una técnica de gestión del conflicto social. Juntamente con esto demuestra una manifiesta incapacidad para explicar los cambios sistémicos, de manera que el cambio político y social es circunscrito al marco definido por las estructuras que organizan el sistema, y es así concebido como algo que sucede gradual y progresivamente.

Otro autor, que desde el funcionalismo lleva a cabo su particular definición de sistema político, es Gabriel Almond. “Un sistema político es un sistema de interacciones, existente en todas las sociedades independientes, que realiza las funciones de integración y adaptación, tanto al interior de la sociedad como en relación con las otras, mediante el uso o la amenaza del uso de la violencia física más o menos legítima”.[5] Lo novedoso en su definición es la presencia del concepto de sociedad independiente cuyo significado en ningún caso es concretado. En cambio destacan las funciones de integración y adaptación que se refieren a la socialización del individuo en los valores, actitudes y creencias dominantes en la sociedad para su posterior incorporación al sistema y eventualmente para su reclutamiento político. Unido a esto también resalta la dimensión internacional que provee al sistema político en su relación con otras sociedades.

Por su parte Maurice Duverger ofrece una definición más amplia y abstracta según la que un sistema político no es otra cosa que el conjunto del sistema social pero estudiado en sus aspectos políticos.[6] La elevada generalidad de esta definición y su consecuente falta de concreción sólo se ven complementadas con las tipologías de sistemas políticos desarrolladas por Duverger en función del régimen político y del sistema económico.

Samuel Huntington, por su parte, hizo hincapié en la importancia que juegan las instituciones al ser las que forman el sistema político en la medida en que son mecanismos para el ejercicio del poder político. En lo que a esto respecta Huntington vino a afirmar que lo que define a un sistema político son sus instituciones, y por tanto aquellos rasgos que las caracterizan: autonomía, adaptabilidad, complejidad, coherencia y unidad.[7] El punto de vista de Huntington viene a considerar el sistema político como una forma específica de gobierno que es definida por sus instituciones y los rasgos que definen a estas últimas.

David Apter, en cambio, desarrolló su propia definición del sistema político a partir de un enfoque conductista. El sistema político vendría a ser el resultado de los patrones de comportamiento establecidos por una serie de normas sociales determinadas por los valores imperantes, así como por la forma en que es ejercido el propio poder político. “Un sistema político es una formación que resulta de la relación entre las normas de una sociedad y las pautas de autoridad prevalecientes”.[8]

Jean Lapierre por su parte define el sistema político como un conjunto de procesos de decisión que conciernen a la totalidad de una sociedad. Esta definición parte de la distinción que realiza en torno a dos niveles decisorios diferentes que son, por un lado el que afecta a la coordinación y regulación de las relaciones entre grupos sociales, y por otro lado el que tiene que ver con las acciones colectivas que involucran o movilizan a toda la sociedad y que son finalmente las que configuran el sistema político.[9]

 

Conclusiones

 

Lo que puede concluirse a tenor de lo hasta ahora explicado es que en ciencia política ha imperado una noción funcionalista del concepto de sistema político, deudora de la aportación hecha en su momento por David Easton. A esto cabe sumar, también, la confusión que hoy existe al utilizar el término sistema político como sustituto del Estado. Ciertamente un Estado entraña un tipo concreto de sistema político, y consecuentemente una forma específica de gobierno, pero eso no hace que sean lo mismo. Mientras el Estado lo conforman unas estructuras institucionales y un personal especializado, el sistema político, en cambio, es el modo en el que se organiza el gobierno de la sociedad, lo que hace que constituya un ámbito específico y diferenciado.

Si bien es cierto que la tendencia general es a identificar el sistema político como una forma concreta de gobierno, lo que nos remontaría a las primeras aportaciones hechas en este sentido por Aristóteles en el mundo occidental, no por ello puede obviarse que en lo más fundamental constituye una manera específica en función de la que una sociedad se organiza. Esto conlleva la existencia de unos procesos y procedimientos, así como de una serie de instituciones, que son las que articulan el ámbito de decisión política, y que hacen que las relaciones entre los miembros de una sociedad sean ordenadas conforme a unas normas que garantizan la convivencia y la gestión de los conflictos que eventualmente puedan darse en su seno.

Así pues, un sistema político, a partir de lo explicado en el párrafo anterior, no exige necesariamente la existencia de una autoridad encargada de asignar valores y de regular las relaciones sociales, tal y como plantean los modelos antes expuestos. Por el contrario, un sistema político bien puede existir en un contexto de ausencia de autoridad, entendida esta como poder coactivo que fuerza el cumplimiento de determinadas normas y que, asimismo, regula las relaciones sociales. Al menos si asumimos la posibilidad de que la sociedad puede autogobernarse y, por tanto, adoptar formas de organización política no autoritarias como las que reflejan numerosos estudios antropológicos de sociedades primarias.[10]

Notas:

[1] Bertalanffy, Karl Ludwig von, General System theory: Foundations, Development, Applications, Nueva York, George Braziller, 1968

[2] Parsons, Talcott, The Structure of Social Action. A Study in Social Theory with Special Reference to a Group of Recent European Writers, Nueva York, Free Press, 1949. Ídem, The Social System, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1951

[3] Easton, David, The Political System. An Inquiry into the State of Political Science, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1953

[4] Ídem, Enfoques sobre teoría política, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1969, p. 221

[5] Almond, Gabriel A. y James S. Coleman, The Politics in the Developing Areas, Princeton, Princeton University Press, 1960, p. 7. Almond, Gabriel A., “Comparative Political Systems” en Journal of Politics Vol. 18, Nº 3, 1956, pp. 391-409

[6] Duverger, Maurice, Institutions politiques et droit constitutionnel, París, Presses Universitaires de France, 1962

[7] Huntington, Samuel P., “Political Development and Political Decay” en World Politics Vol. 17, Nº 3, 1965, pp. 386-430

[8] Apter, David E., Estudio de la modernización, Buenos Aires, Amorrortu, 1970, p. 250

[9] Lapierre, Jean W., El análisis de los sistemas políticos, Barcelona, Península, 1976

[10] Barclay, Harold, People without Government: An Anthropology of Anarchy, London, Kahn and Averill, 1990. Scott, James C., The Art of Not Being Governed: An Anarchist History of Upland Southeast Asia, New Haven, Yale University Press, 2009. Kropotkin, Pedro, El apoyo mutuo. Un factor de la evolución, Cali, Ediciones Madre Tierra, 1989