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EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO DE CARL SCHMITT: ANÁLISIS BREVE

 

 

Lo político constituye un concepto cuyo significado varía en función del contexto en el que este sea utilizado, tal y como sucede en el marco de las teorías políticas. Así, la modernidad ha contribuido decisivamente a amplificar este fenómeno por el que las nociones de lo político obedecen, asimismo, a intencionalidades políticas diversas, y consecuentemente a proyectos contradictorios. Aunque todo esto pueda resultar poco clarificador, lo cierto es que lo político carece de un significado unívoco. Es por esto que en el presente artículo nos encargaremos de analizar brevemente cómo entendía Carl Schmitt el concepto de lo político, y en qué medida dicha noción está vigente en nuestros días.

En primer lugar hay que apuntar que Carl Schmitt desarrolló su noción de lo político a partir de una dicotomía central. Del mismo modo que en el dominio de la moral la distinción última es entre el bien y el mal, en el terreno estético lo es la de lo bello y lo feo, o en lo económico la de lo rentable y lo no rentable, en el ámbito político la distinción central es la que se produce entre amigo y enemigo. En lo que a esto respecta, Schmitt incidió en que se trata de una distinción autónoma al no basarse en ninguna otra distinción ni poder ser reconducida a alguna de ellas. Esto es lo que hace que el principio de enemistad, ese criterio sobre el que es basada la distinción entre amigo y enemigo, defina lo político.

El valor de la aportación de Schmitt estriba, entre otras cosas, en que lo político no constituye por sí mismo el acotamiento de un campo propio de la realidad. Por el contrario, lo político identifica un grado de intensidad de la asociación o disociación entre las personas. Así, las motivaciones de la amistad o enemistad puede ser de lo más diversas, ya que estas pueden adoptar un carácter religioso, económico, nacional, ideológico, etc., de lo que se deriva que en cada momento y época existan, a su vez, uniones y separaciones distintas. En este sentido Schmitt constató que cualquier ámbito de la realidad es susceptible de ser politizado, esto es, ser reconducido hacia esa dicotomía de amigo y enemigo a partir del momento en el que alguna oposición es reducida a este tipo de relación polémica.

La distinción entre amigo y enemigo sobre la que se organiza la agrupación de personas en conflicto es la las convierte en unidades políticas. Todo esto fue conectado por Schmitt con el caso decisivo. No olvidemos que el propio Schmitt fue un teórico de lo que fue conocido como “decisionismo”. En lo que a esto respecta las agrupaciones humanas de carácter político parten de la decisión por la que determinan quién es su enemigo, al ser esta la que las constituye como tales.

Por tanto, la adopción de un carácter político de las diferentes agrupaciones humanas es en última instancia una cuestión de intensidad. Esto significa que los antagonismos que se dan en diferentes ámbitos, como el cultural, intelectual, religioso, etc., adquieren un carácter político cuando tienen la fuerza suficiente como para determinar la decisión en el caso límite, ese momento que supone la elección del enemigo y la identificación del amigo.

Ciertamente la mayor parte de las reflexiones de Schmitt en torno a lo político están dirigidas al ámbito de la esfera internacional, donde las unidades políticas, representadas por los Estados, determinan a partir de su soberanía quién es su enemigo y quién es su amigo. Sin embargo, nada de esto escapa a sus diferentes aplicaciones en el terreno de la política doméstica, lo que en el caso de Schmitt estuvo ligado en gran medida en su crítica al liberalismo y más específicamente a su particular forma de concebir lo político.

Resulta interesante observar cómo Schmitt, a la hora de definir lo político, incidió en el principio de enemistad y la consecuente naturaleza polémica de esta relación que refleja un conflicto externo. De esta forma la enemistad, y por tanto la determinación del enemigo, está unida a la decisión sobre si la alteridad del extraño representa en el conflicto específico y presente la negación del propio modo de existencia, y en consecuencia es preciso rechazarlo o combatirlo con el propósito de preservar la propia forma de vida. Así es como Schmitt vinculó lo político a la cuestión de la identidad, lo que significó la redefinición de este concepto en los términos de un conflicto existencial. En palabras de Schmitt “el enemigo político |…| simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo”.[1]

Todo esto da debida cuenta acerca de la importancia y presencia de la noción de lo político esbozada por Carl Schmitt en la política actual, donde las categorías identitarias son sometidas a una politización con la que los antagonismos son fagocitados y exacerbados en los términos de amigo-enemigo. En el marco de la comunidad política la dinámica de esta lógica identitaria afianza y refuerza lo político como un enfrentamiento irresistible e implacable de carácter existencial en el que se busca la hegemonía. En la medida en que cada identidad adopta una carácter político en virtud del que agrupa a las personas las unas contra las otras, la solución de esta relación polémica pasa indefectiblemente por la hegemonía política en las estructuras del Estado, y consecuentemente la transformación de la identidad de la comunidad política en conformidad con esa hegemonía.

Lo anterior pone de manifiesto la importancia y vigencia del concepto de lo político de Carl Schmitt, pero igualmente los resultados inesperados de esta conceptualización a la vista del contexto sociohistórico en el que fue formulada y el desarrollo histórico que en términos prácticos tiene en nuestros días. En lo que a esto se refiere lo político conserva todo su carácter polémico, pero ahora ha quedado vinculado a la construcción de hegemonías que obedecen justamente a esa lucha existencial entre diferentes grupos sociales, y que se resuelve en términos identitarios en el nivel de la comunidad política con la redefinición de la identidad de esta última.

Notas:

[1] Schmitt, Carl, El concepto de lo político, Madrid, Alianza, 2005, p. 57